Ese momento en el que el miedo te atenaza el corazón, en el que te sientes al borde mismo del abismo.
Y solo esperas escuchar unas palabras que te arranquen de la caída que te arrastren en sentido contrario, que impidan a la gravedad ejercer su atracción.
Unas palabras que te devuelven a la vida, que liberan en tu interior la fuerza de mil mares que te atrapan y es entonces, sólo entonces cuando en un último intento desesperado por sobrevivir te impulsas y un grito ahogado emerge de lo más profundo de tu ser.
Y estas viva.
Y te derrumbas, y tiemblas, lloras, y quieres gritar….estoy viva.
Estoy viva porque una vez morí ante esas palabras que no fueron pronunciadas.

Cierro los ojos y en silencio me dejo llevar, mis dedos vuelan, danzan, bailan sobre el teclado en una perfecta coreografía, donde los errores forman parte del baile. Y en esa danza abro mi mente, mi corazón, mi alma, en esa danza viven mis sueños, esa danza soy yo. Y en esa danza me acompaña siempre mi inseparable amiga la FIBROMIALGIA.